El culmen se ha producido en el siglo XX, el siglo de la imagen por excelencia, llegando hasta nuestros días. No obstante, su relación con la apariencia es más pausada que la femenina, sujeta a continuos cambios, y más comedida. Pilar Zaragozá, directora de los salones masculinos Eos Men, asegura que la causa se debe a que: “A mi parecer creo que los referentes sociales masculinos son menos desde el punto de partida en comparación con los de la mujer. Entonces, estos referentes funcionan como una reafirmación de su masculinidad, al no tener tantas opciones que siembren la duda de su estilo”. Efectivamente, la falta de referentes disminuye la presión y la necesidad de cambiar, aunque eso no signifique que el modo en que cuidan el cabello, qué corte llevan o el color no les parezca importante. Tal y como afirma Pilar Zaragozá: “Existe un cambio de tendencia en los últimos años, sin lugar a dudas, lo vemos en la televisión, en los deportes, en los actores, son ellos los que llevan la tendencia a la moda.”
Después está el tema de la coloración. No todos los servicios de peluquería son de corte, también hay color, aunque en menor medida que en el público femenino. Los que son reacios, lo son por comodidad, por una cuestión de ser prácticos. Y el que se atreve a modificar su color lo hace para cubrir canas, entre los más mayores, o para aportar frescura, como en el caso de los jóvenes. Según su experiencia en el salón, Pilar Zaragozá nos cuenta que: “Hoy en día las técnicas son diversas. Cuando hablamos de coloración en el caballero, tanto de difuminados, cobertura parcial o incluso añadir cana, hablamos del mismo público. Los reflejos veraniegos son y serán siempre un servicio demandado por jóvenes y no tan jóvenes. Las diferentes técnicas nos llevan a varios tipos de acabados que estarían en todos los tipos de públicos masculinos, tanto destacar como dar luz.”
Pero si el hombre tiene una característica es la fidelidad a lo que le gusta y le funciona. Su profundo sentido práctico le lleva a ser muy reticente al cambio y solo se predispone a él cuando cree firmemente que es necesario. La transformación siempre viene acompañada de una motivación profunda y no tanto por las ganas de explorar diferentes opciones estéticas, como puede ocurrir entre el público femenino: “Cambia, pero no de una manera tan ostentosa, aunque sí en momentos de bastante transformación en su vida”, asegura Zaragozá.
Es un público agradecido que, una vez deposita su confianza, se interesa en seguir las recomendaciones del profesional. Normalmente son los profesionales de la peluquería los que toman la iniciativa a la hora de realizar recomendaciones de cambios o de tratamientos, sin embargo, también prestan atención a la imagen de los hombres que toman como referentes, lo que demuestra una actitud cada vez más abierta hacia el cambio y la imagen: “Mayoritariamente somos nosotras, las profesionales, las que vamos haciendo sugerencias, casi siempre paulatinas, pero ellos vienen ya muchas veces con fotos o ideas que han visto en algún sitio. Sin embargo, para hacer nuestras sugerencias en estos casos actúa bastante nuestra psicología a la hora de cómo enfocar el cambio, y teniendo esto en cuenta, no solemos encontrar un no”, nos explica la estilista, “ya que ellos, de manera no reconocida, también proyectan sus inquietudes en la sociedad”.
En lo que sí se diferencian respecto a las mujeres es en la consideración sobre la importancia que le otorgan a la imagen y al cabello, mucho más relajada y sin tanta presión. “En el caso de las mujeres el cabello aporta peso a su imagen. Ellos, en cambio, no creen que el corte les modifique, pero si les crea status, independientemente de cual sea”, argumenta Pilar Zaragozá.
En definitiva, son un público más abierto de lo que parece, aunque necesitan de buenos argumentos para dirigirse hacia el cambio y siempre sin apresuramiento, por lo que es fundamental conocer al cliente. Eso convierte a su cabello en el resultado aun más profundo de su psique y sus emociones.
